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SOLILOQUIOS (2019)


Hay dos razones por las que esta exposición es especial. Una porque es en mi ciudad y otra porque en la Marcos Valcárcel me encanta exponer.


Decir que el arte es, entre otras muchas cosas, una expresión de los sentimientos del artista de tan obvio, resulta tópico. Pero, cuando esta faceta está buscada de forma deliberada, ya deja de serlo para convertirse en todo un programa. Se trata de deconstruir el arte de multitud de añadidos y quedarse con su función primaria como elemento de expresión íntima.


La preparación de esta exposición sufrió una metamorfosis en pleno desarrollo, de ser unas obras con significado en sí mismas mudé a pequeñas instalaciones. Ambos proyectos convivirán repartiéndose el espacio expositivo.


Hablaré en primer lugar de estos montajes que aunque posteriores en su elaboración, me resultan más novedosos.


El “Mito de Pigmalión y Galatea”, narrado por Ovidio en sus metamorfosis, siempre me resultó fascinante, quizá porque en él veo reflejado ese anhelo de materializar sentimientos . Pigmalión, escultor, crea una obra femenina de tal belleza que se enamora de ella y ruega a Afrodita que le dé vida.


Las obras que creamos son reflejo de nuestros deseos o recuerdos reelaborados como hacemos con los sueños. Al objetivarlos, al darles corporeidad más allá de la evanescencia de nuestra mente, permite enfrentarnos a ellos en la vida real. Esto es reflejo de una necesidad emocional, la de comprendernos.


Retomando el hilo de Pigmalión, en este caso, mi Pigmalión más bien parece preocupado o resignado que feliz por el despertar de Galetea. Algo así como el mito de Frankenstein. Galatea recién nacida, está encantada de despertar a la vida y comienza desperezándose....ahora empiezan los problemas para Pigmalión y lo refleja con su actitud resignada, expectante.


El “Baño de Susana” es nombrado en la biblia, en concreto en el libro de Daniel. La casta Susana, es espiada durante el baño por dos ancianos, que al negarse esta a satisfacerles como su menguante erotismo demanda, la acusan de impúdica. Es una narración que refleja algunos de nuestros comportamientos sociales, acusamos de lo que deseamos para obtenerlo o destruirlo.


En “El fanfarrón” no hay disculpa literaria, aunque es a modo de una escena costumbrista. El personaje central parece contar lo que es capaz de hacer con lo que ocultan sus manos y su público tiene distintas actitudes críticas. Es una reflexión sobre las dificultades en la comunicación. Tratamos de transmitir una idea y su comprensión es aleatoria, ya que depende de los sentimientos de quien escucha. Estos desajustes en la información son cotidianos en nuestra experiencia. La vida en sociedad está basada en esta necesidad de hacer comprensibles nuestras ideas a los otros, en general para conseguir que se nos unan cara un fin.


“Recuerdos de otros tiempos” surge del recuerdo de mis años de “mili”. Someterse a la autoridad de otros es siempre castrador, aunque nuestros logros sociales pueden hacerlo ver como positivo. La civilización posiblemente no existiría sin la coordinación de esfuerzos individuales para metas que superan nuestras posibilidades, pero sí son alcanzables colectivamente. Aunque en la mayoría de las situaciones diarias no deja de ser un fraude personal posponer nuestras necesidades por un canto de sirena.


En cuanto al resto de las obras, podría dividirlas según distintos criterios.


Comenzaremos por las figuras “gordas”. En realidad las visualizo como montañas. Tienen apariencia real pero son imágenes condensadas como las de los sueños. Desde nuestra óptica de durmiente, las imágenes de nuestra mente son perfectamente reales y lógicas. Desde la perspectiva de vigilia, esas inocentes imágenes las reconocemos formadas por multitud de experiencias personales diferentes , suele resultar fascinante tratar de descifrar este código de lenguaje entre nuestras emociones y nuestra razón.


Algo así ocurre con estas obras y dudamos por ejemplo si son hombres, mujeres, jóvenes o viejos, en realidad es una mezcla de todo a la vez como cualquier imagen obsesiva. Pese a ser vitales no dejan de tener gran rigor arquitectural.


Desde otra óptica son una especie de diosas madre, de espíritus de las montañas, algo telúrico reflejo de mi paisaje de infancia . Aparte de la evidente apariencia humana, en general femenina, evocan cierta orografía que varía su formato según las distintas épocas en que las realicé. Fueron cambiando desde formas explosivas hasta formatos rectangulares, cuadrangulares o totalmente plegadas sobre sí mismas. No deja de ser curioso que algo en apariencia tan simple (una persona cambiando de postura) me ejerza esta fascinación durante tantos años y la aborde siempre como un problema formal nuevo.


Me llama la atención lo obsesivas que resultan algunas ideas en la obra de muchos creadores, da igual la especialidad, novelistas, pintores, escultores, cineastas... Siempre cada autor recae en una misma temática muy concreta y pasa su vida queriendo desentrañarla.


La gran paternidad es una primera versión para la obra EL TITÁN del Álvaro Cunqueiro de Vigo. Resaltaría su aspecto de cueva protectora y la diferente actitud entre ambos personajes , la antítesis entre la tensión de uno y la relajación del otro, la fuerza y la debilidad, la vigilia y el sueño.


Hay otro apartado de pequeño formato que trata de reflejar como se forman las imágenes en nuestra mente, empeño un tanto curioso para tratarlo en escultura, pero forma parte de mi fascinación por el funcionamiento de la mente.


No quiero alargar mucho más esta introducción, sólo unas palabras sobre como percibo mi obra o mi papel como artista.


No me tientan los postulados hoy más o menos en boga, aunque es cierto que como ocurrió en otros tiempos históricos de grandes cambios de paradigma, se puede sobrevivir llevando tu propio camino. Es una cuestión de gusto personal meterse por veredas solitarias, pero también está el placer del pionero, de la soledad compartida para que compense emocionalmente. Quizá lo más fascinante de la creación es que no sabes a donde conduce, en una visión superficial puede parecer que siempre estás dando vueltas a las mismas obsesiones aunque tú percibas grandes cambios, muchas veces inesperados que a veces cuesta aceptar, pero si te adentras por ellos el resultado produce una íntima satisfacción como la que descubres tras caminar por una vereda desconocida.


Y ya finalmente si consigo que os resulte interesante esta exposición me daré por recompensado de los esfuerzos de haberla creado.






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