Ramón Conde

Las obras que creamos son reflejos de nuestros deseos reelaboradores como hacemos con los sueños. Al objetivarlas, al darles corporeidad más allá de la evanescencia de nuestra mente, permite enfrentarnos a ellos en la vida real. Esto es reflejo de una necesidad emocional, la de comprendernos.

Por eso no me tientan las representaciones de la realidad más allá de su carácter simbólico. Son arquetipos que me permiten expresar síntesis de vivencias personales muy significativas. Y así, a pesar del aparente realismo de su gordura, su edad, fuerza y elasticidad chocan con el subconsciente de la observación de la realidad.